Y digo que son azules o casi y que las manos son cálidas, que me mueve un ritmo desconocido, que registro en mi piel la lista de las compras del octubre que fue.
Y digo, que sigo pensando en los imposibles que nos unen como si fuéramos los de antes y que estamos de una manera que de imperceptible se vuelve un rumorcito quedo y que sostiene mi caminar Y digo que lejos es solo un dato, que nos encontramos en lo correcto y que las palabras nos hicieron reír a carcajadas como en un juego de niños.
Y digo que de noche había una claridad tan intensa que me agrandaba las pupilas y pude “verte mejor” (y no eras el lobo), y que ahora el jardín es el lugar de los conversos y la vida. Y digo que sigo sonriendo en mi silencio; porque en la yema de mis dedos tengo guardados los latidos de tu corazón.